El Mindfulness se traduce como “atención plena o consciencia plena”, término creado por el neoyorquino Jon Kabat-Zinn en los años ochenta e inspirado en las técnicas de meditación budista adaptada y actualizada a la mentalidad occidental. Dicha práctica trasciende a las personas y llega al interiorismo como una vertiente espiritual de donde nace el concepto Mindfulhome.
Bajo esta perspectiva los espacios se conciben para ser vividos, no para impresionar; fomentando la introspección por medio de distintos elementos: desde la composición arquitectónica, con menos divisiones físicas y visuales, hasta la decoración, pensada como los elementos indispensables que nos hacen habitar ese entorno en armonía.
Equilibrio e inspiración 2.0
Las personas que desean un hogar adaptado a esta filosofía están buscando cada vez más inspiración en Internet recurriendo a redes sociales como Pinterest, la cual ha experimentado un incremento de “248% en pines guardados relacionados con el Mindfulness en el hogar”, según una reciente publicación de la revista hola.com Otro han consultado información en blogs o websites especializados como Elefante Zen, Mindfulness para Mujeres, The Mind Republic y MindFul Kids, entre otros.
Abre las puertas y ventanas a la tranquilidad
Craig Hassed, autor del libro The Mindful Home en una entrevista para la revista AD Architectural Digest explica que «un hogar Mindfulness es el que te ayuda a sentirte atento cuando te encuentra en él. Es decir, conectado, despierto, seguro y en paz contigo mismo, con las personas con las que vives y con tu entorno. Te nutre, te interesa y te atrapa. Alimenta tus sentidos sin abrumarlos, y no te distrae de estar presente en el ahora».
El experto afirma que cualquier casa puede transformarse en un espacio más favorable para conseguir esa paz que anhelamos, simplemente «tomándose un tiempo y ocupándose de mirarlo, conectándose con el entorno y haciendo los cambios que sean posibles para mejorarlo».
Entre algunas de las recomendaciones que aportan estos especialistas se encuentran:
– El espacio como un todo: priman los espacios abiertos o sin distracciones, basándonos en un estilo minimalista que ayude a quedarnos con lo esencial. La luz natural, suave y tenue, debe ser a su vez protagonista.
– Colores y texturas: tonalidades tierra como el ocre y colores suaves serán prioritarios en la paleta cromática. Dejamos fuera las estridencias y buscamos conectar con el medio a través del tacto, para lo cual nos adentramos en el tercer punto.
– Materiales naturales: tejidos naturales, plantas y materiales sin edulcorar como la madera, la arcilla o la piedra ayudaran a reforzar el hábitat haciéndolo parte de un todo.
– Evadirse del tiempo: los espacios deben facilitar la introspección, para lo cual eliminaremos los relojes de lugares donde no son necesarios, por ejemplo en la cocina. Así incitaremos a las actividades pausadas.
– Desconexión tecnológica: si bien la domótica y los gadgets se idean inicialmente para hacernos la vida más sencilla, en ocasiones esta hiperconectividad puede llevarnos a ser incapaces de encontrar la calma. Se recomienda disponer de los mínimos entornos tecnológicos y que estos se focalicen en lugares concretos.
– Rodéate de cosas importantes: un lugar que quieres sentir como especial puede estar completado con objetos que te cuentan historias. Plantas, fotos, cuadros, campanas, fuentes de agua, esculturas o imágenes religiosas si procede, pueden ayudarte a crear el entorno que buscas.